2. Nietzsche: Consideraciones intempestivas

13.01.2023

Uno.

"Una de las características del ser humano es la inclinación a la pereza. Por eso se esconden tras costumbres y opiniones. Es la comodidad, la indolencia. ¡Se tú mismo! Tú no eres eso que ahora haces, piensas, deseas. 

Cada joven alma oye ese grito que presiente la felicidad, que desde lo eterno se le asigna como su verdadera liberación. Pero no la alcanzará mientras siga unida a la cadena de las opiniones (de los demás) y del temor. Y qué desolada y absurda puede llegar a ser su vida sin esta liberación...

 La existencia en el ahora nos alienta enérgicamente a vivir según nuestra propia medida. Tenemos que responder ante nosotros mismos de nuestra existencia, y no estamos dispuestos a permitir que se asemeje a un puro azar. Nadie puede construir el puente sobre el que tienes que cruzar el río de la vida. Un hombre puede llegar tan alto como cuando conoce adónde puede conducirle su camino. 

¿Cómo podemos encontrarnos a nosotros mismos? ¿Cómo puede el hombre conocerse? Se trata de un asunto oscuro y misterioso; y si la liebre tiene siete pieles, bien podría el hombre despellejarse siete veces setenta que ni aún así podría exclamar: "¡Ah, por fín! este eres tú realmente. Lleva a cabo este interrogatorio tan importante:

¿Qué es lo que has amado hasta ahora verdaderamente?

¿Qué es lo que ha atraído a tu espíritu?

¿Qué lo ha dominado y, al mismo tiempo, embargado de felicidad?"


Tres.

"Yo estimo más a un filósofo cuanto más posibilidades tiene de dar ejemplo. Tiene que venir por el camino de la vía tangible, no por el de los libros, sino como enseñaban los filósofos griegos, con su actitud, su atuendo, costumbres antes que con sus palabras o sus escritos. Se tiene que demostrar en cada mirada y en cada paso desde la mañana a la noche. Nuestros artistas viven con más audacia y honestidad como Richard Wagner, que contra todos saca su verdad interior. La "verdad" que los profesores de filosofía tanto hablan parece ser una entidad mucho más modesta de lo que no hay nada que temer nada desordenado ni extraordinario, una criatura cómoda y complaciente que reafirma una y otra vez el poder establecido, por cuya causa nadie debería sufrir ningún fastidio...

Hace referencia al efecto de cómo la filosofía se traducía en bondad, quietud y convertía al filósofo en hombre de altas miras y en mejor persona. Este es el espíritu de esta web: la quietud es posible.

En la segunda parte expone el valor desplegado por Wagner en relatar en su biografía la experiencia del ser que tuvo en La Spezia (Biografía de Wagner)  cuando componía El oro del Rhin en 1853. Según cuenta Wagner, se hallaba en un estado de somnolencia cuando sintió con claridad un "fluir del agua" seguido del "acorde perfecto de Mi bemol Mayor". Desde entonces se comportó como si hubiera experimentado una revelación fundamental para su obra y se sintiera acompañado por la certidumbre de estar en posesión de la Verdad. Años más tarde hacia el 1870 entabló amistad con Wagner y empieza a hacer sus primeras publicaciones.